Walcott nos conduce, a través de la hermosa pero idealizada belleza insular, hacia los orígenes de la tierra que tanto amaba.

La primera obra, Henri Christophe, es una meditación de Shakespeare sobre la influencia corruptora del poder, mientras que la segunda, Tambores y banderas, es un espectáculo de la historia desde la era de los descubrimientos con Colón hasta 1833. La tierra haitiana es un largo drama histórico sobre la esclavitud, la rebelión, el asesinato, la codicia y las luchas por el poder que han fertilizado con sangre la tierra haitiana.  Los personajes que atraviesan estos versos llevan consigo la belleza de un patrimonio compartido: el clamor por la tierra, el dolor de la guerra, la sombra cruenta de la esclavitud y también, un hermoso reclamo de libertad que se extiende hasta las raíces de su lengua, el creole. Como ya lo hiciera en El burlador de Sevilla, Derek Walcott elabora una genealogía política del Caribe y alza una crítica contra las dictaduras de Latinoamérica.

Sobre el autor: (Santa Lucía, 1930). Galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1992, Derek Walcott está reconocido como uno de los mayores poetas contemporáneos en lengua inglesa. En su genealogía mestiza se entremezclan la herencia negra, holandesa e inglesa y en su poesía se funde la tradición cultural antillana con la poesía clásica y moderna en lengua inglesa. Su última obra poética, Garcetas blancas (2010), recibió el Premio T. S. Eliot 2011. Es además autor de numerosas obras de teatro y de una compilación de ensayos que lleva por título La voz del crepúsculo (Alianza, 2000). «El hombre gracias al cual vive el idioma inglés». Joseph Brodsky «Más que ningún otro poeta contemporáneo, Derek Walcott parece estar cumpliendo con el programa de T. S. Eliot para la poesía. Ha destacado en todos los puntos que Eliot describía como las ?tres voces de la poesía?: la lírica, la narrativa o épica y la dramática». The New York Times «Su lírica es carnal a la vez que marina. Mulato de ojos verdes y tez oscura. Derek Walcott es el poeta de las olas y de la tempestad, de la orilla y de la arena donde su gente ama y juega bajo el sol». Octavio Paz