El libro Osip Mandelstam dijo de Innokenti Ánnenski que «percibía la poesía como un conjunto de rayos arrojados por la Hélade», un poeta cuya obra sigue siendo hoy revelación y misterio. Por primera vez publicado al español en un libro, mostramos aquí una voz contenida, lúcida y a la vez pausada, en traducción de otra voz igualmente contenida y directa, la de la poeta Natalia Litvinova. Ella ha sabido captar en estos poemas el tiempo y el silencio como quien sabe que debe quedarse en casa y reservar la leña porque afuera hay nieve, que es necesario guardar el alimento, comer despacio pues se avecina la escasez, que hay que apagar la luz y llevarla dentro.
En su prólogo Litvinova escribe: «Ánnenski nutrió, no sólo la poesía, sino el pensamiento de los grandes poetas de su tiempo. Hoy su voz tiene la fuerza de un conjunto de rayos misteriosos arrojados que destacan como lo más alto de la poesía rusa contemporánea. Innokenti Ánnenski publicó en vida, bajo el seudónimo de Ni-któ (en ruso: Nadie), un único poemario: Canciones apacibles. Amaba las distintas lenguas, llegó a dominar catorce idiomas y, por su magnífica traducción de Eurípides, recibió múltiples elogios. Grandes poetas acmeístas como Ajmátova y Nikolai Gumiliov lo consideraron su maestro, además de haber sido admirado por Boris Pasternak».
Él transitaba tantos caminos a la vez y llevaba en sí tanta novedad, que todas las innovaciones le eran familiares.
ANNA AJMÁTOVA



El autor Innokenti Ánnenski (Omsk, 1855 - San Petersburgo, 1909), fue un crítico, traductor y poeta ruso representante de la primera ola del simbolismo en su país. A veces se le cita como el correspondiente eslavo de los poètes maudits, ya que Ánnienski utilizó la misma musicalidad de Baudelaire, Mallarmé o Verlaine además de haber sido traductor de los simbolistas franceses. Su obra influyó en la generación de poetas acmeístas y post-simbolistas tales como Anna Ajmátova, Osip Mandelstam y Nikolai Gumiliov.