
Selección de editor - 3 libros a un precio especial
DETALLES:
AUTORES:

Carson, Anne
PAQUETE ESPECIAL DE VERANO.
Decreación, publicado originalmente en 2005, es uno de los libros centrales de la escritora canadiense Anne Carson. El hilo que lo vertebra es el concepto de «decreación», una actividad que Simone Weil describió como el «deshacer a la criatura que hay en nosotros», una disolución del yo. Pero ¿cómo podemos disolver el yo sin movernos a través de él, sin llegar al centro mismo de su definición? ¿En qué otro lugar sino en el yo podemos empezar esa tarea?
Este libro empieza con la forma: con la disolución de la forma. Y sus formas son diversas: libreto de ópera, guión para la pantalla, poema, oratorio, lista de pendientes, rapto... El proceso de disolución es tierno, pero la ternura puede cambiarlo todo, o eso parece creer la autora, quien se sirve de un elenco extraordinario –Homero, Safo, Longino, Samuel Beckett, Virginia Woolf o la misma Simone Weil– para emprender un viaje cuyo destino, desde tiempos inmemoriales, es el sueño, ese conocimiento que se da solo en el dormir.
Los naufragios del desierto se compone de una trilogía de cuentos: El oráculo de la rosa, Las campanas de la memoria y Río escondido, que nos conducen a un viaje espiritual, un deseo de entrar en los personajes de Khalil, Soraya y Bâsim, tomados de la más alta mitología oriental. En esta guirnalda de gran riqueza verbal se entretejen, con elementos tomados de las culturas árabe y judeocristiana, la búsqueda del amor, el abandono y el desamor, el paso del tiempo, el poder y la soledad; así como el descarrío, la violencia y el odio que anidan en el corazón humano.
Los pasos revividos. Si viajar es abrirse a lo desconocido para encontrarse y conocerse en lo diferente, lo ajeno, y cada lugar que nos toca nos devuelve una identidad más precisa y clara –y, por lo tanto, menos encandilada con las engañosas luces del espejo–, Grecia ha dejado sin duda, en el alma de Hugo Gutiérrez Vega, una huella delicada y a la vez profunda: es decir, ha levantado los relieves y labrado las texturas de su amplia geografía no sólo física sino también espiritual.
Con fina curiosidad intelectual, pero también con la inteligencia de quien ha dialogado largo tiempo con las palabras y las sensaciones que interpretan, indaga en sus personajes de grandeza cotidiana y en las sinuosidades de su historia, la prodigiosa luz del Ática y los sabios reflejos del Egeo.
Su lenguaje directo y preciso nos revela, como afirmaba Odysseas Elytis, que un paisaje no es «simplemente un conjunto de tierra, plantas y agua. Es la proyección del alma de un pueblo sobre la materia». Estos son los pasos revividos de ese cabal descubrimiento.