Diáspora en Literal Magazine
Español, en tiempos de urgencia
Gerardo Cárdenas
Surgió como un proyecto para visitar el español literario de los Estados Unidos casi una veintena de años después de que fuese antologado por primera vez, pero la urgencia política, social y cultural derivada del cambio de gobierno nos puede dar una diferente perspectiva de lo que es vivir y escribir en ésta lengua en momentos en que se ve menospreciada.
Con lo anterior me refiero a Diáspora: Narrativa breve en español de Estados Unidos, la antología de 25 relatos que tuve el honor de dirigir para Vaso Roto Editores, aparecida este año. Diáspora se publica 17 años después de Se habla en español: Voces latinas en USA, la primera antología que recogió lo que, al final del siglo XX e inicio del XXI aparecía ya como fenómeno: una literatura creada en español desde la migración y el desarraigo.
Lo que en el 2000 era un fenómeno novedoso, en el 2017 es una constatación: la masiva migración de la lengua y las nacionalidades ha resultado en una literatura que no es un mero trasplante, sino una implantación en sus formas de poesía, narrativa, ensayo y dramaturgia.
¿Cuál es el posible futuro de esta literatura? ¿Es capaz de sobrevivir a la creciente integración de nuevas generaciones en el mainstream estadounidense? Es difícil saberlo, y quizás 17 años de recorrido entre las dos antologías es un plazo muy corto para hacer una proyección.
Para armar Diáspora, bajo la guía de Jeannette Clariond y su equipo en Vaso Roto, buscamos autores que representaran la mayor diversidad posible en orígenes (no se trataba nada más de autores latinoamericanos), en geografías dentro de Estados Unidos, y en trayectorias. La experiencia del desarraigo, de la diáspora, tiene muchas temporalidades y dimensiones.
Como toda antología, Diáspora es una rebanada del pastel; el pastel seguirá cambiando. Pero veo un hecho innegable: hace 17 años, cuando las cifras del censo de Estados Unidos revelaron el explosivo crecimiento de la población hispanohablante, éste grupo aún tenía puntos de concentración muy específicos: California, Texas, Florida, Nueva York, Illinois.
Transcurridas ya casi las dos primeras décadas del siglo XXI, la expansión geográfica del español es total – no hay territorio donde no esté presente, y se hace presente no sólo en el habla cotidiana, sino de manera muy especial en los medios, tanto los impresos, como los electrónicos. El salto a la literatura se constata mediante talleres, festivales, programas académicos, revistas, certámenes. Han surgido editoriales y posgrados, y los autores encuentran vías de expresión y publicación donde establecen un diálogo no sólo con su país de acogida, sino con sus países de origen.
Hay en este español literario de los Estados Unidos un claro signo de resistencia, de desafío: puede ser una manifestación de la nostalgia, puede ser la tozudez de una cultura poderosa que lucha por no perderse ante el peso de una cultura y una lengua igualmente poderosas. Y puede ser que las reglas del juego han cambiado, que las fronteras entre idiomas se diluyen, se vuelven ambiguas.
Diáspora se compuso al final de la era Obama, sin que una cosa y otra tuviesen relación entre sí. Pero aparece en un momento de especial urgencia, la llegada de la Administración Trump, una de cuyas primeras decisiones fue eliminar al español de los sitios web oficiales del gobierno.
El regreso del nacionalismo y el chauvinismo vuelven de pronto al español un idioma menospreciado, enemigo, de una manera que se veía probablemente desde fines de los años 60 y principios de los 70 del siglo anterior. Hablar español en público vuelve a generar sospechas, miradas, desconfianzas. ¿Y escribir en español? ¿Y hacer teatro, cine, radio en español?
No sé, como antologador, si Diáspora puede responder a todas esas preguntas. Pero creo que los relatos incluidos dejan el tema sobre la mesa: la gran diversidad de estilos y voces (15 de esas voces son de mujeres) reflejan tanto la diversidad de orígenes y experiencias, como la complejidad del acto creativo que es igual al de otras latitudes, con la dimensión añadida de la distancia, del desarraigo, de la desubicación, del dislocamiento.
Una pregunta que, a final de cuentas, hace toda antología es la dedicada a los lectores: de ellos será el juicio decisivo, tanto en materia de cada relato, como del conjunto de los 25, como de su relevancia dentro del cambiante panorama de la literatura en español en Estados Unidos. En manos de ellos está.
En la antología participan, además de quien esto escribe, Rey Emmanuel Andújar, Rebecca Bowman, Pablo Brescia, Lorea Canales, Xánath Caraza, Nayla Chehade, Liliana Colanzi, Teresa Dovalpage, Rafael Franco Steeves, Martivon Galindo, Manuel Hernández Andrés, Stanislaw Jaroszek, Brenda Lozano, Ana Merino, Fernando Olszanski, Luis Alejandro Ordóñez, Edmundo Paz Soldán, Liliana Pedroza, Cristina Rivera Garza, René Rodríguez Soriano, Rose Mary Salum, Regina Swain (QEPD), Jennifer Thorndike y Johanny Vázquez Paz. A todos ellos, mi absoluta gratitud.
Nota curiosa al calce: Pablo Brescia y Edmundo Paz Soldán estuvieron también incluidos en la antología Se habla español (Paz Soldán es uno de dos antologadores, junto con Alberto Fuguet).
Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, reside en Chicago. Es autor del volumen de relatos A veces llovía en Chicago (2011), del poemario En el país del silencio (2015) y de la obra de teatro Blind Spot (2014), publicada por Literal Publishing. En 2015 obtuvo el premio Nuevas Voces de Repertorio Español. Es editor de la antología de relato breve en español de Estados Unidos Diáspora, de próxima publicación. Su poemario Silencio del tiempo fue publicado por Abismos Editorial. Twitter: @el gerrychicago
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