El monstruo ama su laberinto en El Nacional
El monstruo ama su laberinto
Charles Simic (Belgrado, 1938) reside en E.E.U.U. Poeta, ensayista contemporáneo en lengua inglesa, ha sido premio Pulitzer de poesía y poeta laureado de Estados Unidos. Los aforismos aquí seleccionados pertenecen a “El monstruo en su laberinto. Cuadernos”, traducidos por Jordi Doce para Vaso Roto Ediciones (España, 2015)
Sonámbulos, uníos. Congregaos en las azoteas a medianoche.
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La historia es un libro de recetas. Los tiranos son los chefs. Los filósofos redactan las cartas. Los curas hacen de camareros. Los gorilas son gente del ejército. Los cantos que oyes son los poetas lavando los platos en la cocina.
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Las fotografías nos muestran lo que no tenemos palabras para decir.
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El nuevo sueño americano es llegar a ser muy rico y que te sigan considerando una víctima.
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El alma es una sombra proyectada por la luz de la conciencia. Entre tanto, puedo sentir que un estornudo se avecina.
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Llevaron al niño de la mano por un largo pasillo de ataúdes por estrenar.
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El poeta ve lo que el filósofo piensa.
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Esta mañana, al abrir los periódicos, me asaltó un tufo de los males por venir.
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Cuidado, las pulgas están despiertas.
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Los sirvientes de los ricos y poderosos están convencidos de que el resto de nosotros les envidiamos su servidumbre.
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Lo mismo que un gato, el corazón ve lejos en la oscuridad.
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Nada que hacer esta noche salvo escuchar cómo crece el pelo en mi cabeza.
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Cuatro poetas leyendo. “Mi dolor es más grande que el tuyo”, y así a voces toda la noche.
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La belleza de un momento fugaz es eterna.
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Ladro al perro que ladra y me responde meneando el rabo.
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Estoy dispuesto a mudarme a una roca en el mar.
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Estoy en todas partes y en ninguna. Un pasajero en un barco fantasma.
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Ver con los ojos abiertos y ver con los ojos cerrados. De eso trata el poema “El pez” de Elizabeth Bishop.
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Mi reproche al surrealismo: que adora la imaginación por medio del intelecto.
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El poema que quiero escribir es un imposible. Una piedra que flota.
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Las profundas palabras de Robert Duncan: “Los misterios del aquí y el allá, del arriba y abajo, / del ahora y entonces, me exigen / nuevas figuras”.
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La poesía es un modo de conocimiento, pero la mayor parte de la poesía nos dice lo que ya sabemos.
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Entre la verdad de lo oído y la verdad de lo visto, prefiero la silenciosa verdad de lo visto.
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El temor reverencial (como Dickinson) es el comienzo de la metafísica. El temor reverencial ante la multiplicidad de las cosas y el temor reverencial ante su presunta unidad.
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Dios murió y nos quedamos con Emerson. Algunos siguen ordeñando la vaca de Emerson, pero hay problemas con esa leche.|
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La metáfora prueba la existencia del cielo y del infierno.
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Es el objeto que estoy mirando: el tenedor, por ejemplo, el que dispone las reglas de su visibilidad.
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El objeto común es la esfinge, y la tarea del poeta contemplativo es resolver su enigma.
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Los maltratadores de niños llevaban a su hijito a la iglesia los domingos.
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Vi a un cura pasar junto a una indigente tumbada en la acera y mirar para otro lado. Lamento no haber ido tras él para darle una patada en el culo.
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Esa clase de barrio donde es muy probable que una rata tenga a un niño de mascota.
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El anciano judío me llevó a la trastienda para enseñarme un cajón lleno de viejas esferas de reloj manchadas.
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Hay momentos en que la imaginación sabe lo que significa la palabra ‘infinito’.
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Un cuarteto tocando free jazz en un club mientras un cliente borracho dice a gritos: “¿Por qué no tocáis una polca?”
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Una anciana tartamudea y se disculpa ante las palomas por haberlas asustado.
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Hasta donde se me alcanza, el universo no tiene punto visible de apoyo.
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Le describía su horrible vida a un perrito blanco que estaba sentado con las orejas levantadas y que movía la cola de vez en cuando.
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Poema corto: sé breve y dínoslo todo.