El vaso de tiempo en El Mundo
Góngora/Borges, una tertulia sin tiempo fijo
Jueves : para hablar de poesía en español
Esta semana en México cualquiera puede asistir a una reunión privada y especial donde se reflexiona sobre la poesía escrita en español y en la que Luis de Góngora, Jorge Luis Borges y Ramón López Velarde se encuentran como viejos amigos en una tertulia que preside el poeta David Huerta (Ciudad de México, 1949). Se trata del libro de ensayos El vaso del tiempo, una colección de nueve trabajos sobre la obra y la poética de escritores de diferentes tiempos y geografías que el autor pone a dialogar en sus páginas.
Entre los invitados a la conversación aparecen también Fernando Vallejo, José Gorostiza y Néstor Perlongher. El vaso del tiempo se conforma con una selección de piezas de la columna Aguas Aéreas que Huerta publica desde hace 10 años en la revista de la Universidad de México.
El intelectual mexicano dijo que se propuso siempre abordar el tema de la poesía, los poetas y los poemas. «Entonces», afirmó, «los textos tienen un solo tema: ¿qué es la poesía?».
El poeta y crítico Fernando Fernández ha dicho que Huerta analiza a lo largo del libro la idea de la tradición y «rescata una definición de Ezra Pound que dice que la tradición es algo hermoso que vale la pena conservar y, a través de la obra de Góngora, de Lope de Vega y de otros poetas en español, revisa de qué se trata eso hermoso que vale la pena conservar».
Junto a su labor en el ensayo y sus leídas columnas en revistas y periódicos, Huerta ha hecho una importante obra como poeta que se inició, en 1972, con su libro El jardín de la luz. Otros títulos destacados son Cuaderno de noviembre, La calle blanca, La sombra de los perros, Hacia la superficie, El azul en la flama y La mancha en el espejo.
Para el escritor y crítico Ignacio Solares, Huerta ha construido, al mismo tiempo, una obra clásica y experimental. Su clasicismo, escribe, puede observarse, por ejemplo, en el oído atento de quien conoce y practica los metros canónicos de nuestra lengua, y su vocación experimental en el cultivo de formas que han expandido nuestras nociones de lo poético al introducir en su prosa, narración, reflexión.
Los versos que leerán ahora pertenecen a su libro Cuaderno de noviembre: «Este frío ha llegado para sembrar una vinculación que necesitaremos/ cuando el indicio de la soledad nos imprima en la boca un largo/ sabor de quemadura./ La estatua de la memoria se esfuma en medio del día que/ retrocede,/ bajo el viento larguísimo y exhausto».