Nacido en Lima (Perú) en 1970 con el nombre de Rubén Grajeda. Tras una extensa andadura literaria y con miles de kilómetros a su espalda, recala en Madrid, convirtiéndose en un referente cultural de la ciudad. Amante de la soledad, pero no un solitario, confiesa haber oído el sonido del silencio y tal vez de esta y de las infinidades de experiencias místicas que vivió en su peregrinar por el mundo en busca de su yo poético, nació este amante de la poesía.
En su nuevo poemario, “Transpoética” publicado por Vaso Roto ediciones (2016), nos sorprende con una retórica limpia y precisa donde la sencillez se hace sublime, desvelándonos la magia de la cotidianidad que, muy pocas veces o nunca, somos capaces de sentir. En esta obra la poesía se apodera del poeta, el cual, se deja hacer y se funden en un solo ente capaz de traspasar las barreras del espacio tiempo, y alumbran una poesía universal que trasciende las conciencias. Rabindranath Tagore dijo: “La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos.
- Si le preguntase a alguien por Rubén Grajeda son pocos los que le identificarían con usted. ¿De dónde sale su pseudónimo?
Leo Zelada llegó a mí a mis 23 años en forma de homenaje por un lado Leo, vocalista de un grupo punk y por el otro el apellido de una persona que falleció y quise perpetuar en mí.
- ¿Qué ha encontrado en Madrid que le ha hecho echar raíces?
Madrid en este momento es La Nueva París Literaria, porque hay poetas de los cinco continentes que viven en esta ciudad. A su vez como hay habitantes de todas las ciudades de España, Madrid es una ciudad de migrantes y de allí esa inusual fraternidad que se respira en sus calles. Ese cosmopolitismo, respeto por las minorías e interculturalidad lo he visto en pocas ciudades del mundo.
- ¿Es Leo Zelada un inconformista o un soñador sin remedio? ¿Un poeta maldito o un incomprendido?
Soy un inconforme y a la vez un hombre que cree que las cosas pueden cambiar. El universo se mueve bajo nuestros pies, a pesar de estar uno quieto. Soy simplemente alguien que ama la poesía.
- Díganos, ¿La mala vida es una condición sine qua non del buen poeta?
Un poeta nace con el don, pero solo la entrega total te hace escribir la gran poesía. No creo que por ser borracho o un yonki puedas escribir bien, eso es una gilipolléz. Puedes tener el “duende” pero si no tienes un rigor y una disciplina excepcional solo serás un boceto o una promesa más.
- Hablemos de su último libro. ¿Estamos con Transpoética, al otro lado o a través de; la poesía?
Ni lo uno, ni lo otro. Transpoética simplemente está dentro de la poesía.
- ¿Es Transpoética el primer poemario universal del siglo XXI?
Eso lo dirán los críticos o los lectores en el futuro, mi intención ha sido crear una poética para este tiempo, un espacio mágico que este en insumisión con el poder que está detrás de la tecnología, la cual ingresa ahora hasta en los espacios más íntimos de la vida cotidiana.
La poesía era el último baluarte de la pureza en las artes y ahora también ha caído en ser un producto más del mercado. Sin embargo, hay algunos que desde la disidencia y la contracultura aún creemos en la visión autónoma e independiente de las letras.
- ¿No teme que este libro; que parece tener vida propia, un día se levante, eche a andar y se olvide de Leo Zelada?
Ya lo ha hecho, así ha de ser. La obra de un autor acaba cuando termina de escribir la última página de un libro, luego los lectores pueden con su mirada crear infinitas interpretaciones de la obra e interaccionar con ella, y su visión llega a ser tan importante como la del creador.
- ¿Esperaba el éxito alcanzado con Transpoética?
Lo soñaba y me alegra que se halla hecho realidad. Pero esto lo veo solo como el comienzo.
- Hablemos de literatura, veamos en que paradigma está sumido Leo Zelada. ¿Está la poesía, la buena poesía, en peligro de extinción?
Yo creo que en general los poetas que buscan la trascendencia en un sentido romántico del término, somos una especie en vías de desaparecer. Los poetas antiguamente no solo escribían sentimientos como ahora, sino que hablaban de las grandes preguntas del hombre, del conocimiento, de la belleza, luego en la era moderna se retomó esta apuesta por una poesía del conocimiento, pero en la poesía contemporánea lo que abunda es el desahogo lírico entre los vitalistas y en los académicos la aséptica intertextualidad.
- Y ahora elija. Cara o cruz. ¿Ulises o Don Quijote?
El Quijote sigue siendo la novela más vanguardista de todos los tiempos. El Quijote fue en su momento algo así como el gran cómic de su época, los libros de caballería eran como las revistas de cómic de ahora, tenían un público muy heterogéneo que los consumían, sin embargo no contento con hacer con su parodia la gran novela de caballería, rompió géneros, al crear una obra donde coexistían con géneros tan dispares como la novela pastoril, la picaresca, la novela sentimental, el barroco, la ficción, la metaliteratura, etc. O sea Cervantes fue un puto adelantado y visionario de su era. El lenguaje popular en el cual se creó hacia que cualquier persona que sabía leer lo entendiera y disfrutará. Ahora ese lenguaje tan fresco se ha vuelto rancio y las adaptaciones el español actual son retóricas y tediosas. El día que se haga una adaptación que se merece El Quijote, esta novela volverá a deleitar al lector contemporáneo de a pie.
- ¿Siglo de oro o generación Beat?
El Siglo de Oro por Quevedo y Lope merecen un respeto único, en ese momento la literatura española era la vanguardia del mundo, cosa que se perdió cuando se dejó la aventura formal y el lenguaje cotidiano para refugiarse en la retórica y la contención. Pero el Boom Narrativo y los grandes poetas latinoamericanos fueron en el siglo XX los continuadores del espíritu del Siglo de oro español.
La generación Beat con Ginsberg y Kerouac, lograron conectar con el ciudadano común y corriente, intentaron hacer una literatura urbana global más allá de la visión eurocéntrica, un misticismo urbano, un retorno al romanticismo pero dentro de la ciudad, una aventura sensorial interesante, aunque muchas veces fueron solo discursos y buenas intenciones su legado es importante.
Ambas tradiciones viven en mí.
- ¿Lope de Vega o Rimbaud?
No puedo decantarme en esta ocasión, Baudelaire y Santoka son mis maestros en poesía. Siguiente dicotomía.
- ¿La iliada o la Metamorfosis?
Valoro la Ilíada, pero me gusta más la Metamorfosis. La Ilíada como una cumbre de la forma es interesante, pero el hecho de ser una obra arquetípica me aleja de ella, si te fijas bien, es una obra conceptual aunque su argumento esté ligado aparentemente a los sentimientos.
Por eso la Metamorfosis me fascina, no solo por su perfección formal, sino porque me habla a partir de un personaje de carne y hueso, con nombre y apellido propio, desde la cotidianidad del mundo extraño, burocrático y frío en el cual nos hemos convertido. La Metamorfosis es el símbolo del absurdo de la sociedad contemporánea. Ese pavor y desasosiego es deslumbrante en Kafka.
- Volviendo a usted Rubén, o más bien Leo. Después de este colosal poemario, ¿Cómo logrará superarse?
Estoy terminando un nuevo libro de poesía de corte fantástico en forma de fábula y una novela sobre la Europa Actual. Siempre pienso que lo que está por venir es aún lo mejor que voy a escribir. Esa idea es lo que motiva día a día a coger la pluma.
- ¿Qué consejo daría a las futuras generaciones de poetas?
No soy de dar consejos, creo que las personas deben de acertar y equivocarse siguiendo su instinto, pero si podría decir que hay que luchar por lo que uno cree, porque detrás de cada triunfo hay una decenas de fracasos. Escribir no es una carrera de cien metros, si no una maratón que solo la acaban los poetas y escritores verdaderos.