Miniaturas en cuadernos del sur




Puede parecer cómoda la publicación de un volumen de este tipo, sin embargo entraña toda una serie de riesgos. No resulta fácil aglutinar voces tan dispares, propuestas estéticas tan distintas, en un mismo libro. Pero el idioma surge como una columna invisible que ata cabos, que perfila lenguajes y anuda todos los registros bajo un mismo formato. La mayoría de estas voces ofrecen un punto de frescura y una visión lírica que nos ponen al corriente de la estética de este país desde la posguerra hasta los nacidos a principios de los 80, casi medio siglo. No podríamos hablar de una generación homogénea, caracterizada por unos patrones poéticos comunes, no es el caso. Más bien de un trazado cronológico en el que cada voz se defiende por sí sola, con algunas propuestas distintas, originales.
 
En este itinerario hay una voz que, por unas u otras causas, nos llama la atención desde el primer momento: Ana Blandiana. No es su poesía una desconocida en nuestro país, así que es buen momento para reencontrarnos con una poética sólida, y de paso recordar Cosecha de ángeles. Pero además de ella nos permite acercarnos de nuevo a Mircea Carterescu, a esa escritura de tono tan cercano, de una generación como la de los 80, que con lenguajes algo distintos, articulan, conscientemente, otro discurso menos poetizante, con un cierto cambio de lo reflexivo a lo transitivo, con ausencia de afectividad, discursividad, el juego de la ironía, lo intertextual, etc, tan distinta a la de Blandiana, con cierta conciencia de grupo, y también de ir descubriendo otras voces de generación como las de Marta Petreu, Daniel Banulescu, Ion Muresan, Ioan Es. Pop, que, si bien comparten estos aspectos comentados, cada cual tiene su estilo, su propia y particular visión del mundo. Pero en ese salto hay otros autores en medio, otros movimientos, surgen otras estéticas. Como es el caso de los autores de la distensión ideológica. Voces que ya beben fuera de Rumanía, que se enriquecen con otras propuestas, en otros idiomas, como son Dinu Flamand, Adrian Popescu y Gabriel Chifu. Ninguno de ellos escribe como sus antecesores, y eso se aprecia rápidamente en la primera lectura. Poetas que huyen de lo banal, de lo estético, y que dan otra impronta a la escritura de esos años.
 
Pero antes, a partir de 1965, es cuando surgen otras voces -quizás desconocidas por estos lares- como Ion Pop, Ileana Malancioiu, Nicolae Prelipceanu... continuadores de la corriente precedente en un período interbélico, con un modernismo tardío, con la nota común de lo estético como elemento dominante, la metáfora y lo lírico como criterios que convergen hacia una poesía definida, los que marcan una etapa básica en esta cronología. Hasta llegar a los áutores más recientes (nacidos en los 70-80) como son Robert Serban, Dan Sociu y Stoian G. Bogdan. Tal variedad estilística y estética -la ordenación cronológica facilita ver dicha evolución- no hacen sino configurar un volumen de lo más interesante, en el que hay voces con apuestas intensas, que el lector tendrá que descubrir por sí mismo.
 
 
ANTONIO LUIS GINÉS