Muerte y amapolas en Alexandra Avenue en El Cultural
Tres poemarios
AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO | 09/06/2017 | Edición impresa
“Y me nombras, enfermedad, pero no alcanzo a ver tu itinerario”, así arranca Historial (Calambur) de Marta Agudo. La enfermedad como un segundo cuerpo que, paralelo, llevamos dentro. Organismo que una vez da la cara debemos cartografiar desde dentro, alternativo Historial Clínico. Tan omnívora es la enfermedad, que se come a sí misma. Un libro que faltaba. Imágenes en su precisión asombrosamente metafóricas, invitan a una certeza: desde que nacemos somos individual y socialmente un cuerpo enfermo, e invencible por ello.
Muerte y amapolas en Alexandra Avenue (Vaso Roto), de uno de los autores más importantes en nuestro idioma, Eduardo Moga. Virtuosa red: del susto sentimental al fresco naturalista que aparece cuando alguien se traslada a vivir a una ciudad que le es extraña. Londres como viaje y como exilio, muerte y resurrección que le permite a Moga crear insospechadas metáforas. Sus imágenes trabajan sin límites. La última amapola de Londres como un Himalaya y el último trozo de asfalto como un glóbulo rojo. Festival de correspondencias entre parques y pasaportes, avenidas e insectos, o el semen que late en toda bicicleta. “Bicicletas con sexo/ ríos que se incorporan a la oscuridad/ como hemorragias de fuego”.
Cuaderno de campo (La Bella Varsovia), primera y originalísima propuesta de María Sánchez. Antípoda de esa visión cursi y utópica que del campo suele construir el urbano, dota de voz propia al animal y a las ciencias naturales injertadas en la memoria familiar. Brilla especialmente cuando poetiza detalles por los cuales la Naturaleza es conquistada para mutar en campo. O cuando se interroga por las vísceras de las bestias, irreductible aleph que hay en nuestros cuerpos. “En los bordes de la herida/ ¿quién alimenta a quién?”. Un poemario que, cercano al realismo especulativo, anuncia libros futuros.
@FdezMallo