Por nada del mundo en El Cultural
Por nada del mundo
Antonio Méndez Rubio
Vaso Roto. Madrid, 2017. 136 páginas, 18 €
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI | 06/04/2018 | Edición impresa
Antonio Méndez Rubio
Por nada del mundo contiene cinco secciones; la última de ellas, con el título tachado. Son ciento dos poemas breves que confirman el objetivo expresado por el escritor en sus anteriores publicaciones: conseguir una literatura despojada de adornos superfluos. Desde el primer apartado, “Parasomnias”, percibimos una atmósfera de inestabilidad. Las interrogaciones del poeta incluyen huellas leves, secretos, hojas muertas, olvidos. Méndez Rubio se refiere a voces que suenan al otro lado de una puerta. Un ser mudo, incorpóreo, mira desde su ventana. El abandono, la soledad y una Naturaleza con humo, nieve y abedules son los principales protagonistas de las páginas. En “La despedida”, segunda parte del poemario, el autor asegura que la balanza “es el símbolo del miedo”. Y describe con cinco versos un desprecio padecido: “Hoy hay quienes nos pasan / antes de caer la noche / por delante, / sin mirarnos, / echándonos monedas”.
Con frecuencia, las composiciones de Por nada del mundo se sitúan en Alemania. Las montañas de Spessart, media docena de ciudades y el poeta Stefan George son mencionados. Méndez Rubio crea así una sensación de extranjería. La tercera, cuarta y quinta secciones del volumen ahondan en el desvalimiento. El árbol caído, la hierba arrancada y los restos de un muro representan el desamparo. Unos hombres descalzos depositan flores oscuras, se dirigen hacia una emboscada, pretenden huir rodeados de jaulas transparentes. Su equipaje es modesto: preguntas que alivian. Dichas preguntas sólo comunican un ruido tenue. O unas palabras contra el cielo nocturno. Todas las líneas del poema “Embeleso” han sido rechazadas. Entre los versos finales del libro destaca la imagen “de una cigüeña / cruzando la alberca, / alejándose del último cuerpo / temblando tendido / sobre el suelo”.
Por nada del mundo transmite las impresiones de un poeta antibarroco. El ornamento no tiene espacio en este conjunto de textos. Y la expresión sobria de Antonio Méndez Rubio fortalece su capacidad de sugerencia.