Todo ajeno en La raíz invertida
Piedad Bonnett ha dicho que la poesía de Natalia Litvinova (Bielorrusia, 1986) “es una poesía de frontera: entre el sueño y la memoria, entre la sensualidad y el sufrimiento, entre la infancia y un ahora al que le brotan poemas”. Desde luego, en sus poemas encontramos un leve movimiento, una conversación a contraluz que reviste el mundo de una bella vitalidad. Un todo que se concentra en el poema, un aquí y un allá que se revela en medio de lo cotidiano.
Publicamos una selección de poemas pertenecientes a sus libros Todo Ajeno (2013) y Siguiente vitalidad (2015). Natalia Litvinova, hoy está radicada en Buenos Aires y ejerce la traducción de la poesía rusa.
De Todo ajeno (Ed. Vaso Roto 2013)
OTRO NACIMIENTO
Le arranco los botones a la camisa del que no la lleva.
Es lo primero que hago con desesperación
sabiendo que es cosa última.
Porque en el principio fue la desnudez y solo después
alguien creó al hombre.
Y cuando se distrajo, aparecí yo.
Me senté muy cerca, mi jean roto en la rodilla,
su dedo acarició la piel.
No recuerdo haber tenido otro nacimiento.
CADENA ALIMENTICIA
Cuando quise decir tu nombre
me nacieron flores en la boca.
Negras, con un centro de estrellas.
Las abejas intentaron libar su néctar
y succionaron tu nombre venenoso.
EL MILAGRO DE LA COMUNIDAD
Lavo el piso en cuclillas. Paso el trapo mojado.
Trazo mi camino humilde.
Afuera sucede el milagro de la comunidad:
un coro de niños canta, los hombres cortan trigo,
las mujeres se bañan en el río.
Me arqueo contra el espejo, la soledad excita.
Pronto se derrumbará esta casa y la alta hierba
cubrirá las ruinas.
Mi hombre huyó ante el peligro.
En la poesía encuentro la oración para soportar
cada corte abrupto.
EL VIENTO TIENE QUE CORTAR
El pez pronunció tu nombre bajo el agua.
Yo cabalgaba. Quería escapar de lo tatuado en el cuerpo.
Arañé al caballo para galopar más fuerte.
El viento tiene que cortar los tímpanos.
Pero tu nombre resonó.
Como los latidos del tambor en una tribu que espera lluvia
o el salpicar del agua cuando el salmón salta
contra la corriente.
Como el chasquido de los dientes del oso
ante la astucia del salmón.
TATUAR
Escribir es ir hacia la herida para curarla con veneno.
Los dioses lamen poemas y escupen oraciones.
Cuando no escribí encontré mi reflejo en el ojo ciego
de un caballo. Mi madre no ve las frases que tatué
en su vientre.
De Siguiente vitalidad (Ed. Audisea, 2015; Ed. Libros Tadeys, 2016)
EL MOVIMIENTO DE TUS MANOS
¿Cómo es tu piel bajo la lluvia,
un tono más claro
del que mi memoria retiene?
Este día tranquilo da ganas
de girar los objetos con lentitud.
¿Cómo es el movimiento
de tus manos bajo la lluvia?
Las cintas de colores
atadas a las ramas del árbol
danzan como mujeres pequeñas,
el perfume de sus nucas húmedas
viene hacia mí.
Las moscas no levantan vuelo,
una gota quedó abrazada
a la canilla y el fósforo
sustraído rememora
el descubrimiento del fuego.
Este día es el sueño
de una mujer cansada
y un hombre le acaricia la frente
para que descienda aún más.
LIENZO DE LA MEMORIA
Las aguas perturbadas de la memoria
no se alisarán.
Todos los días me iré de mi niñez.
Regresaré sucia antes de que anochezca
y me sentaré a la mesa.
¿Viste si floreció el lino? preguntará mi padre.
Mi madre le ofrecerá té con descuido,
molesta por algo que desconoce
o desatenta con lo humano, como si se imaginara
danzando entre las hermanas flores.
El tiempo se mueve en ríos subterráneos
y las aguas turbulentas del recuerdo no descansan.
Esa madre servirá té para siempre,
ese padre se irá una y otra vez.
No levantaré la mirada para verlo,
lo reconstruiré como una ciega,
como las imágenes salpicadas
en los lienzos de Pollock.
PRÓFUGA AZOTADA POR LA LLUVIA
Dormí con la boca abierta y el rostro
acariciado por las yemas de mis dedos.
Soñé que succionaba
el jugo dulce de la raíz
que une tierra y cielo.
Horas antes escapé en el tren,
como una prófuga azotada por la lluvia,
murmurando versos de Rukeyser,
lista para atravesar la ventanilla
y retorcerme acristalada en la acera
como el gusano,
el ser noble y sin género.
Tantos libros abiertos,
años de infidelidad regeneradora,
empujándome hacia la desnudez,
hicieron que cambiara de parecer.
Recordé al primero,
como azogado, manchado de humedad.
Lo escondí bajo la camiseta
entre pechos recientes.
LA MAREA DE ACABAR
Frente a las últimas páginas de Piezas en fuga
de Anne Michaels, se produce un encantamiento:
no puedo respirar, el pulso se atenúa
y sólo el miedo puede abrir mi garganta.
Después la noche y el contacto con la pesadilla:
transito descalza un bosque azul de agujas de hielo.
Llego al final del sueño rasgada,
semidesnuda, excitándome.
Al día siguiente ningún derrame completo,
los pensamientos se vuelcan por la mitad,
entonces vuelvo al libro y leo una página más,
mi padre aparece con piel renovada.
Un padre intocable producido por un párrafo
donde los griegos lloran a sus muertos frente al mar,
despacio, flotando como un tronco hermoso
derribado por la tormenta.
GÓMEL
Mi abuelo se afeitaba y temblaba
frente al televisor.
Mi padre todas las mañanas se perdía en el campo,
hasta transformarse en un punto en la nieve.
Regresaba con una sonrisa mística en su rostro.
En verano frutillas en sus manos
y frambuesas primavera.
La sonrisa de mi padre traía frutos maravillosos.
El abuelo temblaba cada día más,
su cabeza recaía como mandolina
y se erguía como un piano.
Un día mi padre regresó con manzanas
y mi abuelo dio con la clave del silencio.
CHERNÓBIL
Hay días blancos y días negros,
antes de mi nacimiento un día negro explotó,
y mi abuelo no vio más colores. Los sobrevivientes
pudieron escribir su nombre en la ceniza y volver
a la oscuridad del hogar.