Transpoetica en Littera
TRANSPOÉTICA: PUREZA LÍRICA
La pureza en la poesía a veces ha quedado ausente. Se ha desvirtuado en esta era donde las redes sociales,las herramientas tecnológicas han conseguido convertirse en un escaparate de “nuevos poetas”, aficionados a escribir. Por un lado es cierto que ha revitalizado la poesía, que las personas se acerquen a ella. Sin embargo, el peligro es la cantidad, ha ocultado la buena calidad, o quizás hemos olvidado las claves para entender la buena poesía, el poeta que vive por y para ella. El poeta que respira, las 24 horas.
La poesía es mi única patria / y su lenguaje / mi idioma universal.
No se entiende el poema si antes no exige un proceso interno de conocimiento, de asimilación, de convertir las emociones y los sentimientos, en una contemplación humanística, quizás “divina”, de don que otorga la naturaleza al bardo que es capaz con su yo interno de transfigurar, de ascender de la pura realidad y de la emoción; una mística de la palabra: no es más que ser pura imagen real del mundo, de las personas, de la realidad, de la belleza, del dolor o de la sombra.
En las primeras páginas se descuelgan un halo de belleza semejante al haiku en sus poemas más cortos, convirtiendo al lector en un proyector de imágenes sugerentes, sutiles, como la caricia del viento en los ojos. Un ligero susurro que encontramos en poemas como AURORA BOREAL.
En otros sufre una metamorfosis, una travesía, un cambio de rumbo que sugiere palabras para golpear la condición que encierra dentro de él. Con un lenguaje directo, claro, demoledor, y a veces contencioso:
“Me he despertado en un sueño convertido
en el escarabajo de Kafka
leyendo en una cafetería de Ginebra
Las ruinas circulares de Borges…
detrás del ocre un árbol rojo se levanta,
abro los ojos y es otra persona la que habita ahora mi cuerpo…”
Transpoética es rebeldía, mucha reivindicación, por y para el poeta, por y para el verso. Leo es un contrapunto a la actualidad de hoy, como Rilke un rebelde hacia dentro, una figura rotunda. Quizás pocas veces nos encontremos con un poemario que habla más del interior, del “sentir poeta” que del poeta, o que la realidad vaya paralela a los ojos de quien escribe…Creo que realidad y poeta se unen en este libro…no hay paralelismo que oscurezca una de las dos partes, sino una línea continua de dos realidades fundida en una sola.
“Un poeta es cualquier hombre, pero no cualquier hombre es un poeta.
Hace falta tener un don y un corazón enorme
para soportar a veces el dolor profundo del misterio.
Un poeta se refugia en su cuarto y le dan ataques de pánico
de contemplar tanta gente de golpe,
pero no es porque los odie, simplemente
donde otros ven muchedumbres
él ve una enorme procesión de silencios.”
Caricia, contemplación, rebeldía, ingredientes que deben ser comunes en la mayoría de nosotros, pero a día de hoy muy difícil de conseguir ser palabra y vida, o ejemplo.
Y mucho menos encontrarla en el verso. Acercándonos a esta obra, podemos entender qué significa vivir por y para la poesía, que significa ser poeta y huir de los aforismos, de las pretensiones banas y del postureo.
Puede que me quede corta en esta reflexión y que incluso Transpoética deba tener un análisis mucho mayor, de cada verso, de cada palabra o de cada poema. Pero es el propio libro quien se autoanaliza y se cuestiona, no son unos ojos extraños que leen las líneas y ofrecen una conclusión. La conclusión ya existía mucho antes de saberse conclusa.
No voy a un recital de poesía por mis cinco minutos de fama.
La poesía es mi puta forma de ver el mundo,
es el ardor que atraviesa mi garganta,
el humo del cigarro que va matando día a día mis pulmones…
Con este argumento la sentencia es firme:
La poesía tiene que ser humana, si no es humana, no es poesía (V. Aleixandre).
Isabel Rezmo.