Va Verdad en El Cultural




En la entrevista para la antología Cambio de siglo (2007) declaraba Antonio Méndez Rubio (Fuente del Arco, Badajoz, 1967) que veía su escritura como “un deseo de diseminación del yo” y allí mismo hablaba del cuestionamiento del referente, de lo real. Sus libros, digamos ya que de gran interés, dan cuenta de todo ello, y parten de la certeza de que hay un secreto más allá de lo que se manifiesta. Así, el lenguaje sufre de una especie de carencia, un lenguaje al que el silencio ya le pertenece como algo propio, en lo que quedan expuestas algunas de las claves de esta obra.

La poética de Méndez Rubio es eminentemente crítica en el sentido prístino de la palabra, el de poner en crisis todo, incluida la poesía misma, desde la conciencia del no comprender: “Se necesita otra vida/ entera para entenderla”. La posición es la del estupor ante el hecho de que aquello que se nombra desaparece ante la palabra y ésta sale de sí y pasa a tener una existencia se diría que fantasmal: “Toda la noche y/ toda la verdad… son/ palabras/ a la búsqueda de cualquier cosa/ menos de sí mismas”. Siendo así y que “Se debe/ vivir sin comprender nada”, escribir es un acto que exige toda la responsabilidad: darse respuesta, lo que redunda en intensidad de lenguaje, y no menos el texto le exige al lector, en lo cual se prolonga la tradición simbolista y de vanguardia.

El aire -Todo en el aire se tituló la recopilación de sus poemarios de 1995 a 2005- y la luz, con esa intangibilidad incluso invisibilidad tan suyas, se reiteran en estos poemas y adquieren un estatus de símbolos de lo inaprensible, como lo es la vida y el decir mismo: “Escucha/ desvanecerse el tema [...] Nada/ se confunde con la ausencia de nada”, lo que, además de la paradoja, da idea de la inestabilidad del discurso.

Es preciso señalar la importancia que la lectura tiene en los poemas de Va verdad. No son pocos los poemas que incluyen los nombres de Beckett, Celan, Gamoneda, pero también Kropotkin o Rothko. Y, aunque no se indique, “Su claridad de conciencia/ no viene del cielo”, por ejemplo, reescribe “Toda la claridad viene del cielo” de Claudio Rodríguez. Precedentes selectos para unos poemas que no lo son menos. 


TÚA BLESA