Vicente Valero en El Cultural
Compilación y resumen, relectura, novedad y revisión de lo ya escrito. Todo esto es Canción del distraído, de Vicente Valero (Ibiza, 1963), que acaba de publicar la editorial Vaso Roto. El poeta ibicenco llevaba seis años sin entregar un libro de poemas (con el último, Días de bosque, ganó el Premio Loewe), un tiempo en el que parecía haberle tomado el gusto a la narrativa, pues ha publicado una novela, Los extraños, y en abril saldrá El arte de la fuga (Periférica), con tres relatos sobre San Juan de la Cruz, Hölderlin y Pessoa; además, nos cuenta, tiene otra novela terminada. La crítica, que ha visto las virtudes del narrador, ha celebrado sin embargo el regreso del poeta Valero: en palabras de Túa Blesa, de El Cultural, Canción del distraído es la obra que "confirma el lugar sobresaliente de Valero entre los poetas contemporáneos".
Pregunta.- Al releer su poesía pasada para armar este libro, ¿nota alguna evolución?
Respuesta.- La idea de evolución en la poesía a mí no me dice nada, no me interesa. Sí puedo decirle que, en mi caso, hubo un encuentro con mi voz después de mis dos primeros libros y que a partir de entonces he ido investigando en esa voz, y en la lengua, sobre todo.
P.- El último poema se titula "Viaje a la claridad" y Martín Lopez-Vega escribió en una reseña de este mismo libro que ese podría ser un resumen de su poética. ¿Está de acuerdo?
R.- No lo sé. Es una opinión suya y es interesante. Pero no lo sé, si le soy sincero.
P.- La isla, lo insular, el Mediterráneo, Ibiza son importantes en su poesía. ¿Cómo es su relación con la naturaleza?
R.- En mi poesía es importante la naturaleza, pero no vista a la manera del paisaje, a modo de postal. Para mí la naturaleza soy yo y todo lo que hay en la naturaleza es una extensión de mí mismo. Yo quiero expresar cómo en la naturaleza, en la que yo vivo, me reconozco. Diría, parafraseando a Thoreau, que la poesía es la historia de mi cuerpo. Por eso hay un aspecto físico en mi poesía, que es concreto, muy claro, y que bebe de mi contacto con el sol, con el bosque, con el mar, con el cielo.
P.- ¿Y el tiempo?
R.- El tiempo siempre en relación con lo que le acabo de decir. Trato de ver cómo el cuerpo se ha ido formando en relación directa con la naturaleza.
P.- Ahora que menciona el bosque, en uno de los poemas (titulado así: "El bosque") hay claras alusiones a la palabra creadora, a la creación poética. ¿Toda poesía -toda obra literaria- ha de ser una reflexión sobre su propia creación?
R.- Yo creo que sí. Es algo que siempre está presente, voluntaria o involuntariamente. El poema es algo que tiene poco que ver con el resto de las cosas que existen. Y por lo tanto escribir un poema ya lleva en sí una reflexión sobre por qué se está escribiendo ese poema y no se está haciendo cualquier otra cosa. En mi poesía está esa idea de que mirar es también crear, crear con la palabra.
P.- Ha escrito crónica de viajes y el tránsito y el desplazamiento tienen importancia en su obra poética, ¿no es así?
R.- Sí, el movimiento, caminar, viajar, moverse, todo viene a ser para mí una metáfora de la búsqueda. Buscamos un sentido a todo y esa búsqueda es siempre un desplazamiento, de pensamiento, físico, metafórico, pero en cualquier caso un viaje.
P.- Se suele citar como influencias en su obra a Juan Ramón y a ciertos poetas griegos, ¿se reconoce en estas influencias? ¿Qué más poetas han sido para usted importantes?
R.- Juan Ramón Jiménez, sin duda, es importante. Creo que lo ha sido para la poesía española en general porque se inventó un lenguaje nuevo con el que se construyó la poesía del siglo XX. En cuanto a la poesía griega, fue para mí importante porque, aunque no tenía que ver con mi lengua, estaba muy cerca de mi mundo. Con el mundo que yo quería representar, con ese intento de expresar un vínculo con la naturaleza mediterránea, entre símbolo y realidad, entre presente y pasado, entre futuro y arqueología, un vínculo que sale del mediterráneo entre naturaleza y cultura.
P.- ¿Por qué no tiene la poesía más lectores?
R.- Bueno, es que la poesía es un lenguaje muy especial en el que hay que entrar y, lo más importante, hay que querer entrar.
P.- ¿Por qué se ha de leer poesía?
R.- Porque eso te protegerá. La poesía es un lenguaje que nos protege de muchos otros lenguajes, nos protege de los lenguajes políticos, de la manipulación, de los lenguajes agresivos... La poesía nos protege de los lenguajes de la mentira.
P.- Hábleme de sus últimas incursiones en la narrativa. ¿Le costó adaptarse al género?
R.- Bueno, yo había esperado mucho tiempo; tenía unas historias en la cabeza desde hace muchos años y las escribí cuando iba a cumplir ya los 50 años. Cuando empecé lo hice de un tirón. Sí que me pareció importante encontrar un lenguaje que no tuviera nada que ver con la poesía, aunque el mundo de los relatos no fuera lejano al de mi poesía.
P.- Si le pidiera que me dijese un defecto de la poesía contemporánea, ¿cuál sería?
R.- Creo que hace falta un nuevo lenguaje. Lo que hace que la poesía cambie cada tanto tiempo es ese trabajo con el lenguaje, con el lenguaje de cada tiempo, y ahí es donde yo veo es que quizá hay mucho conformismo en la poesía actual. Echo en falta más radicalidad en el uso de la lengua poética.
ALBERTO GORDO